En la Biblia los significados de iglesia
y templo están bien diferenciados, no son ni significan una y la misma cosa. En
el presente comentario no se trata acerca del uso de estos términos en el
idioma español sino a cómo se usan en la Biblia porque no es un comentario
técnico sino organizacional acerca del pueblo de Dios en la tierra. Templo no es
el lugar don se reúne la Iglesia (repito: templo no es el lugar donde se reúne
la Iglesia). El templo es visible, es una construcción, en términos humanos es
permanente, es decir, dura un tiempo aunque no para siempre. Iglesia no es una
organización ni un lugar sino el conjunto de seguidores de Jesucristo. El
pueblo de Dios siempre se ha reunido para escucharle y adorarle, ese lugar de
reunión se usaba una sola vez, algunas veces o de forma permanente; pero, en
ninguno de estos casos la Biblia llama «iglesia» a esa congregación ni al templo.
La iglesia recién aparece después de la ascensión de nuestro Señor Jesucristo y
es formada por los apóstoles siguiendo las instrucciones que Jesucristo les dio
después de su resurrección y antes de su resurrección (Mat. 28:19) y como antes
lo hubo anunciado (Mat. 16:18). En este sentido la iglesia es apostólica y la
integran dos pueblos sin distinción de procedencia, porque de dos pueblos hizo
su único pueblo (Efe. 2:12-14); entonces, Jesucristo eliminó la diferencia
entre el pueblo judío que era de Dios y el pueblo griego que no era su pueblo
(Rom. 10:12). A esta congregación de cristianos judíos y no judíos la Biblia
llama iglesia, iglesia de Dios, iglesia del Dios viviente, iglesia de los …… en
Dios [coloca un gentilicio donde están los puntos], iglesia de/en …….. [coloca
un lugar para reemplazar los puntos] e iglesia de los santos.
El lugar donde se manifestaba la
presencia de Dios, por ese hecho, dejaba de ser por ese tiempo un lugar común y
pasaba a ser un lugar santo; es decir, Dios, que es santo, puede santificar lo
que no es santo y de esta manera un lugar no santo es santificado por la
presencia de Dios en ese lugar. Lo santificado (sea un lugar, un objeto o una
persona) puede ser o no ser santo en sí mismo pero siempre en conexión con lo
santo, por eso a lo santificado se le puede llamar «tenido por» como se usa en
Sal. 51:4 y 2° Tes. 1:5. Por ejemplo: La tierra en la cual se apareció en la
llama de fuego de una zarza Jehová a Moisés es santa porque ahí estaba Jehová
(Éxo. 3:5).
LA IGLESIA
La iglesia de Dios es invisible y
sus miembros tienen sus nombres escritos en el registro celestial («Pero no os regocijéis
de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres
están escritos en los cielos» Luc. 10:20; no dice que algún día futuro estarán
escritos sino que en el presente ya lo están). La «iglesia» de la cual escribieron
los apóstoles Pablo y Pedro (Cristo = cabeza, iglesia = cuerpo de Cristo: Efe.
5:23, Col. 1:18, 24 y 1° Pedro 2:5) se menciona en la Biblia de dos formas: 1)
en forma de realidad y 2) en forma de símbolo; en cambio el templo se menciona
de una sola forma: en forma de realidad.
EL TEMPLO
Estos son los lugares donde Dios
invisible (Col. 1:15) se ha encontrado con su pueblo visible, comenzando por
los altares, pasando por el tabernáculo y terminando por los templos: 1) Antes de Israel, cuando se erigían
altares, después que Dios aparecía en ese lugar (Gén. 35:7), 2) durante Israel, en el tabernáculo de
reunión (Éxo. 29:42) y 3) después de Israel,
esto es, cuando ya de dos pueblos hizo uno, es cuando la Iglesia de Dios dejó
de tener un único lugar, como fue hasta Israel.
Por si quisieran recordar, Dios
nunca pidió a David ni a Salomón que le construyan un templo («Y David dijo a
Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al
nombre de Jehová mi Dios» 1° Crón. 22:7; por el contrario, Dios encargó a Natán
decir a David: «Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he
hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado
apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: Por qué no me habéis edificado casa
de cedro?» 2° Sam. 7:7. La idea de templo para Dios no fue de Dios sino de la
cabeza de David, como los dioses paganos tenían sus templos (2° Rey. 17:29); por
eso, hasta los planos fueron imaginados por David (1° Crón. 28:11, 12). Aun
así, bastó que la presencia de Dios esté en ese lugar para que ningún hombre,
ni siquiera los sacerdotes de Jehová, pudieran entrar (2° Crón. 7:2).
El antiguo templo de Israel ya no
es el lugar donde Dios y el ser humano se comunican; ahora es todo lugar donde
una persona, dos o más de hecho lo hacen. Simplemente, es el lugar donde están reunidos
(Juan 20:19). Nuestro Señor Jesucristo luego de resucitado:
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Primeramente, se apareció a una (1) persona: Mar. 16:9.
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Luego, se apareció a dos (2) personas en un camino: Mar. 16:12.
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Después, se apareció a los once (11): Mar. 16:14.
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Más adelante, los reunidos eran como ciento veinte (120): Hech. 1:15.
La Iglesia se reunía en las casas
de los hermanos y también asistieron al templo de los judíos (la iglesia de la
casa de Aquila y Priscila, Rom. 16:3-5, 19; la iglesia de la casa de Ninfas,
Col. 4:15; la iglesia de la casa de Arquipo, Filem. 1:2; en el templo Hech.
2:46, 5:42). ¿Dónde quedaba el lugar de reunión de los 3,000 luego que fueron bautizados
mencionados en Hech. 2:41 y que ese día se añadieron? Su Iglesia, está ahí donde
dos o tres estén en su nombre, como dice la Palabra: «Porque donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» Mat. 18:20. Los
cristianos a quienes la Biblia llama Iglesia nunca ha tenido un templo o templos,
institución u organización. Decir que la Iglesia católica es la verdadera o que
la Iglesia adventista es la verdad, o cualesquiera otras son la Iglesia
verdadera, es un invento de los dueños de esos grupos, son mentira pura. Que la
Iglesia adventista del séptimo día, proclamada el 10 de noviembre de 1968,
jamás diga de sí que es la Iglesia verdadera; antes, Dios en su misericordia quiera
que los nombres de los miembros de Iglesia, de los miembros de la Escuela sabática
y de la Sociedad de jóvenes, estén en los registros del cielo.
Entonces, ¿cómo será el templo de
la Jerusalén celestial dónde congregarán los redimidos? «Y no vi en ella
templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella,
y el Cordero» Apoc. 21:22. Cuando se lee acerca del santo templo celestial de
Jehová, en el antiguo y nuevo testamentos (por ejemplo, en Sal. 11:4 y
Apocalipsis caps. 11, 14, 15 y 16) ya sabe a qué se refiere.
LA IGLESIA VERDADERA
La Biblia se destaca porque ni
una sola vez menciona la expresión «iglesia verdadera», en cambio, luego que
diversos grupos de personas hubieran fundado sus respectivas instituciones se
han llamado cada uno de ellos la iglesia verdadera, a pesar de diferencias grandes
entre ellas como que no guarden el mismo día de reposo, no practiquen el mismo
bautismo, no acepten la inmortalidad del alma y ni siquiera comparten la misma
idea acerca de cómo se salva el ser humano. Lo que cada una de estas hace es simplemente
decir: estas son las características de la Iglesia verdadera y citan algunos versículos
que la misma Biblia no los usa para definir o distinguir siquiera a la iglesia
verdadera. Por ejemplo: a pesar que Biblia, los escritos de la hermana Ellen G.
White y el Manual de la iglesia no hablan de iglesia verdadera, el estudio
bíblico N° 22 de la serie «Escuchando la voz de Dios» de la división
sudamericana, que se titula «Cómo identificar a la iglesia verdadera» (https://bit.ly/3c30Oy1),
enumera «Las columnas que sustentan a la iglesia de Dios», luego describe cada
una de estas ocho «columnas» y al final presenta lo que llama «Compromiso de fe»
y tres cuadraditos para marcar: «( ) Reconozco que la Iglesia Adventista del Séptimo
Día posee las ocho columnas de la verdad. ( ) Estoy feliz porque Dios me guio a
esta iglesia. ( ) Deseo unirme a la iglesia de Dios». Ningún registro de
miembros de ninguna Iglesia reemplaza al único registro celestial, como está
escrito: «Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino
regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos» Luc. 10:20.
UN EJEMPLO: ADRA, NI AYUDA NI NEGOCIO SINO UN INSTRUMENTO DEL GOBIERNO
DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA EL GOBIERNOS EXTRANJEROS
Terminada la II Guerra Mundial en
1945, EE. UU. alejó sus intereses de América Latina para ocuparse de la
reconstrucción de los países vencidos, especialmente europeos. Pero, luego de sendas
guerras en Corea en 1950 y Vietnam en 1955, el triunfo de la Revolución cubana
en 1959, el gobierno del partido demócrata con el presidente católico John F.
Kennedy a la cabeza, suscribió la ayuda para los pueblos del mundo, en asuntos
sociales: dinero, alimentos, desastres naturales, asistencia técnica. Tenía
razón para penetrar así América Latina, y Perú, por supuesto; para ratificar
esto solo baste recordar que el socialista Juan Velasco llegó a Jefe de Estado
en Perú en noviembre de 1968, por golpe de Estado, y el socialista Salvador
Allende llegó a presidente en Chile en noviembre de 1970, por elecciones.
Mirando la historia de los setenta
años recientes encontramos cómo ha cambiado de nombre la intervención de los
EE. UU. a través de la Iglesia adventista del séptimo día, para limpiar su apariencia.
En noviembre de 1956: se creó la Seventh-day
Adventist Welfare Service (SAWS, Servicio de asistencia social adventista
del séptimo día), con sede en Maryland, Estados Unidos. En 1973: se cambió el
nombre a Seventh-day Adventist World
Service (Servicio mundial de la Iglesia adventista). Hasta entonces, usaban
diversos nombres y organizaciones en el mundo, como OFASA (Obra filantrópica y asistencial
social adventista), en Perú y ACFE (Asociación civil filantrópica y educativa),
en México. En 1983: se reorganizó y adoptó el nombre de Adventist Development and Relief Agency (ADRA, Agencia adventista
de desarrollo y asistencia). En 1997: la ONU la incorporó al listado de
organizaciones con General Consultative
Status (por desarrollar actividades en varios campos del Concilio) del United Nations Economic and Social Council
(ECOSOC, Concilio económico y social de las Naciones Unidas).
Para efectos de leyes peruanas,
ADRA/OFASA (o ADRA PERU; por si no recuerdan, OFASA comenzó a operar en el Perú
en agosto de 1965 y formalmente en diciembre de 1967, cuando la dirigencia de
la Iglesia se negaba una y otra vez, con una y otra argucia, a convertir la
misión en asociación, y el reclamo de la hermandad era cada vez más fuerte que
terminó con la retención de diezmos y proclamación de la asociación en
noviembre de 1968) recibe el tratamiento de las entidades y dependencias del
sector público, en prueba de lo cual mostraré solo un caso: Resolución Suprema
No 008-2003-EF, en el marco del Convenio de Donación de Ayuda Alimentaria de
Título II para Monetización y Distribución Directa entre el Gobierno del Perú y
el Gobierno de los EE. UU.
(Referencia: https://bit.ly/2YlNG34)
Su objetivo no es ni nunca ha
sido humanitario ni religioso sino político y de seguridad nacional: de someter
a los gobiernos y posibles futuros gobernantes de los países que quisieran
encarar su gobierno, economía y estilo de vida.
Un botón: En Argentina, 2017, el
juez federal Adrián González Charvay procesó por contrabando en julio de 2016
entre ADRA y la Universidad Adventista del Plata, ambos de la Unión argentina
de la Iglesia adventista del séptimo día, en dos contenedores por 400,000
dólares. (https://bit.ly/3flMUcr). Descubiertos, renunciaron los dirigentes de
la unión, Carlos Ursus Gill Krug (presidente), Carlos Daniel Gimenez Graf
(tesorero), Roberto Osvaldo Giaccarini (director de ADRA); también fueron
procesados directivos de la Universidad Adventista del Plata, Oscar Ramos
(rector) y Jorge de Sousa Matias (vicerrector de desarrollo institucional). La
división de Delitos Federales de la Policía Federal detectó que toda esta
maniobra de envíos disfrazados se vendría realizando al menos desde 2013.
Escrito está: «Aborrezco a los hombres hipócritas; Mas amo tu ley» Sal.
119:113.
LA IGLESIA A LA CUAL LLAMAMOS
LA MISIÓN
En Mat. 21:12, 13 dice «Y Jesús entrando
en el templo de Dios… les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será
llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones». En ese momento Jesús
refirió las palabras que Jehová le dijo a Isaías (Isa. 56:7): casa y dentro de
sus muros para albergar a personas de tres condiciones: 1) a su pueblo o
dispersos de Israel, 2) a eunucos y 3) a los hijos de los extranjeros; a todos quienes
llama con el término común «congregados» (Isa. 56:8).
Digo con claridad en términos bíblicos por qué no
asisto a los templos de la Iglesia adventista del séptimo día: porque se ha convertido en una cueva de ladrones; no importa cuán
bonitos sean (templos más bonitos son los católicos y los consagrados a dioses falsos
aún son más bonitos), no importa cuál sea su nombre inscrito en los registros
públicos ni cuál el nombre comercial reconocido ante el recaudador. ¿Son
adventistas? Quien quiera dedicar algún tiempo a leer las enseñanzas católicas
de los últimos 50 años constatarían que en ellas hay más enseñanzas de la
Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo que en la literatura de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día. ¿Enseñan más bonito? Mentira. Aun sus lecturas más
recientes y supuestamente novedosas son repeticiones torpes de escritos de hace
más de 100 años, cuya autoría ni siquiera refieren; si no tienen nada nuevo qué
decir, por honestidad intelectual, solo debieran reemprimir los antiguos
escritos. ¿Saben más? Por favor, las investigaciones doctorales en las
universidades adventistas cercanas, UAP y UPeU, son monumentos enormes a la
ridiculez, mamotretos insulsos sin el mínimo rigor académico que solo jurados
deshonestos pueden aprobar. (Ciertamente, de unas 200 tesis de PhD que he
hojeado –más una doctoral en ministerio- de la Andrews University, las
encuentré exahustivas).
«No fiéis en palabras de mentira,
diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este». Jer.
7:4.