Una de las palabras de la Biblia
menos escudriñadas está, sin embargo, en uno de los versículos más leídos y
memorizados. El celo por las cosas concentra nuestra atención en lo principal,
por lo que a los demás aspectos que también son parte sustantiva de eso principal,
podemos, tal vez, descuidarlos. El celo por las cosas de Dios es bueno («Entonces
se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume»
Juan 2:17; «Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo
nombre es Celoso, Dios celoso es» Éxo. 34:14), pero trae consigo el riesgo de dejar
de lado aquello que alimenta para alcanzar lo principal («Porque yo les doy
testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia» Rom. 10:2). Acerca
del consejo al ser humano, la Biblia
está escrita de forma unitaria: las partes se describen para la comprensión del
todo ya que aisladas carecen de sentido. Por ejemplo: el amor a Dios es
interior, ocurre dentro de la persona, pero ese amor se expresa en actos exteriores
(«Oh Jehová, por
amor de tu siervo y según tu corazón, has hecho toda esta grandeza,
para hacer notorias todas tus grandezas» 1°Cró. 17:19; «El amor no hace mal al prójimo,
así que el cumplimiento de la ley es el amor» Rom. 13:10). De igual manera pasa
con el sábado: podemos cuidar de no hacer en él obra alguna, lo cual está bien
porque así lo ordena Dios, pero si a la vez no cuidamos los otros aspectos que
constituyen lo que llamamos 4° mandamiento, se vuelve imposible no hacer en él
obra alguna. Es decir, procurando reposar, dejamos de lado las condiciones que
permiten alcanzar el reposo.
Desagregaré Éxo. 20:8-11 en tres
partes, conforme al tiempo o momento al que corresponde, manteniendo la
secuencia del texto del 4° mandamiento, como es presentado en la Biblia, para
concentrarnos en el comentario al versículo 8, al que esta vez nos dedicamos:
PRIMERA PARTE: del primero
al sexto días, de domingo a viernes.
«v8: Acuérdate del día de reposo para santificarlo. v9: Seis días trabajarás,
y harás toda tu obra;
SEGUNDA PARTE: el séptimo día, el sábado.
v.10: mas el
séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero
que está dentro de tus puertas.
TERCERA PARTE: la semana de la creación, de domingo a sábado.
v11: Porque en
seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en
ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de
reposo y lo santificó»
El versículo ocho no trata acerca
del día de reposo sino del recuerdo del día de reposo, es decir, trata acerca
de los seis días anteriores y posteriores, de domingo a viernes, que, sin
embargo, apunta al día de reposo para su santificación. Por tanto, de lo que
trata el 4° mandamiento en este versículo, es acerca de la relación entre el
Creador y el creado: relación que es permanente y no esporádica, de lo cual da
cuenta la Biblia en diversas partes: «Orad sin cesar» 1° Tes. 5:17. «Separados
de mi nada podéis hacer» Juan 15:6. «He aquí, no se adormecerá ni dormirá el
que guarda a Israel» Sal. 121:4. «¿No has sabido, no has oído que el Dios
eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se
fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance» Isa. 40:28.
No se trata solamente de asistir a
las cinco horas de reunión los sábados, más una hora los miércoles y viernes.
La Palabra es específica: «sin cesar», lo cual significa en todo momento, al despertar («Dios, Dios mío eres tú. De madrugada te
buscaré. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela. En tierra seca y árida
donde no hay agua» Sal. 63:1), al caminar en
los quehaceres de la vida, en el estudio, en el trabajo, en la recreación («Conozco,
oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es
el ordenar sus pasos» Jer. 10:23), al acostar («En
paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque solo tú, oh Jehová, me haces vivir
confiado» Sal. 4:8). No hay un tiempo para Dios sino que todo nuestro tiempo es
de Él, como hace años nos enseñaban a los niños en la Iglesia: tener una
canción en el corazón, de día y de noche pensando en Él, como está escrito: «Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien»
Jos. 1:8.
«Acuérdate» el domingo, lunes,
martes… acuérdate cada día, del día de reposo para santificarlo.