¿Hay hombre que haga el bien
y nunca
peque? No, no hay ni uno. Jehová es justicia nuestra porque Él, que
es rico en misericordia, no queriendo que ninguno perezca sino que todos tengamos
vida eterna, constituyó a Su Hijo unigénito en víctima sustitutoria por nuestros
pecados (entonces la ley ya no nos puede matar)
y a la vez lo constituyó a Él en nuestras buenas obras (entonces viviremos
por ellas). El creyente no muere por sus pecados, ni tampoco vive por
sus buenas obras; las infracciones a la ley las paga Jesucristo, asimismo
cumple la ley por nosotros. Jehová es nuestra justicia porque nuestras
justicias no sirven ante los ojos de Dios, por más valor que tengan para el
prójimo: no son aceptas ante Dios las buenas obras sin Dios, como tampoco son
aceptas ante Dios las buenas obras del nuevo hombre cuyas buenas obras son
fruto de la fe. Tenido por justo, es decir, justificado, es quien cree: «sus»
buenas obras dan testimonio ante Dios y los hombres,
- ante Dios las buenas obras
de obediencia a la ley que Jesucristo hizo por nosotros; esto es, el hombre es
justificado por la fe
- y
ante los hombres las buenas obras que hacemos para el prójimo; esto es, el
hombre es justificado por sus obras.
INTRODUCCIÓN
Aceptamos que Jehová es justicia nuestra
porque está conforme a Jer. 23:6, 33:16: «Jehová, justicia nuestra», 33:16, de
lo cual da cuenta el vidente, diciendo: «y verán su rostro, y su nombre estará
en sus frente» Apoc. 22:4. Esto es nuestra salvación completa e incluye todo
para alcanzar vida eterna y Él mismo es quien tiene a su cargo cada uno de
nuestros casos en el juicio de los cielos, acerca de lo cual dice: «Hijitos
míos, estas cosas os escrito para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo» 1° Juan 2:1. Esta es la enseñanza bíblica acerca de la aplicación
práctica, de la consecuencia, de la respuesta al para qué Jehová es justicia nuestra: para
que Adán, Eva, echados del huerto de Edén y sin acceso al árbol de la vida, asimismo
sus hijos, tengan vida. Es el único camino a la vida eterna y no hay otro
camino que el mismo Camino a quien Pablo perseguía antes de su conversión
«Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles
a hombres y mujeres» Hech. 22:4. Ahora comentaremos acerca de la enseñanza
bíblica de por
qué Jehová es justicia nuestra, es decir, cuál es su causa u origen.
por qué [causa] JEHOVÁ ES JUSTICIA NUESTRA para qué [consecuencia]
EN EL JUICIO
Justicia implica juicio. En este
juicio celestial, de lo que trata de dilucidar el Juez justo es la situación
eterna de cada ser humano con base en su justicia que es eterna y su ley que es
la verdad (Sal. 119:142): (a) si hizo bien, debe vivir, según Rom. 10:5, y (b) si
hizo mal, debe morir; hay, además, en este juicio una tercera situación por
definir: (c) cuál es destino de quienes no hicieron ni mal ni bien. Este último
caso no es posible en la realidad porque no hay un punto cero, neutral, en el medio
entre lo bueno y lo malo; de esta manera, quien no es malo no es automáticamente
bueno sino que para ser bueno tiene que hacer obras buenas, como es ilustrado
de diversas manera en la Biblia:
- Mat.
12:30: «El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge,
desparrama»
- Mat.
13:22: «El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero
el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace
infructuosa»
- Mat.
15:8: «Es pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mi»
- Apoc.
3:16: «Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca»
La ley consta de mandamientos
escritos en forma afirmativa (harás) y en forma negativa (no harás). En concordancia
con lo cual, la Biblia define al pecado de esas dos formas. La contravención de
la ley, es decir, hacer lo contrario a lo ordenado, es pecado (en 1° Juan 3:4
dice «Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley»); y
también es pecado no hacer lo ordenado (en Sant. 4:17 dice «y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace,
le es pecado»). Entonces, ¿cómo haremos para cubrir ambos aspectos de la
ley? No hay forma de evadir la ley: por el pecado cometido, la persona debe
morir, y para vivir deberá vivir sin pecado.
LA ELECCIÓN
Desde la creación los seres
humanos hemos elegido hacer lo que Dios no quiere y no hacer lo que quiere; esta
elección humana es el ejercicio de la libertad. Dios no nos fuerza a nada, ni
aun a hacer el bien para nuestras propias personas. Él está a la puerta y llama
pero no entra sin permiso. De igual manera, Dios en uso de su libertad nos
eligió. «No me elegisteis vosotros a mí,
sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, él os lo dé» Juan 15:16. No hemos elegido que sea nuestra justicia
sino que él eligió ser justicia nuestra. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» 1° Juan 4:19
EL PECADO DE MUERTE
Hay pecado no de muerte, según 1°
Juan 5:16; entonces, si la paga del pecado es muerte, según Rom. 6:23, ¿cómo se
paga con muerte por el pecado que no es de muerte? En la Biblia no hay
excepciones ni contradicciones sino incomprensiones. Ambos versículos dicen la
verdad. Ahora aquí comentaremos acerca del pecado contra el Espíritu Santo del
cual Jesús habló en Mat. 12:31 («Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a
los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada»)
y leeremos ese pasaje con otros que aparentemente dicen lo contrario, tales
como «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mi viene, no le echo fuera»
Juan 6:37; «Y todo
lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre
sea glorificado en el Hijo» Juan 14:13.
Otra vez: toda la Escritura es inspirada por Dios.
El joven rico cumplía toda la ley
desde su juventud, mandamiento tras mandamiento, podemos decir que era irreprensible
a los ojos de los hombres. Pero aun esa calidad de persona es inútil a los ojos
de Dios. Lo único que nos perdona es Jesús y lo único que nos da vida es Jesús.
Todo pecado y blasfemia pudo ser perdonado al joven rico, pero lejos de Jesús
ni su más fiel cumplimiento sirve a los ojos de Dios. Lo único que no cumplió
fue esto: «Ven y sígueme». Para ser salvos tenemos que entender que no podemos
ser salvos. La ley cual ayo llevó al joven rico hasta la persona de Jesús y habló
con Él, pero el joven no quiso Su justicia que es Su muerte por sus pecados y Su
vida por sus buenas obras. Cuando el joven le preguntó a Jesús «qué más me
falta» ¿acaso no le quiso decir que tenía todo para
ser salvo? Jesús le dijo que sin Él, ese todo es
nada. Jehová es justicia nuestra porque nada tenemos y nada podemos tener, nada
somos y nada podemos llegar a ser. Una y otra vez, de una y otra manera la
Biblia dice: «Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso» Rom. 3:4. Así como
estamos, así como somos, aun mentirosos si vamos a Jesús Él no nos echará fuera
como al joven rico no lo echó fuera. Si el joven creía a Jesús pero no le
creía, pudo decir como aquel hombre le respondió: «Creo, ayuda mi incredulidad»
Mar. 9:24. Lo peor que puede hacer el ser humano es no creer o dejar de creer,
ese es el pecado voluntario, entonces no queda más sacrificio por los pecados
(Heb. 10:36). No creer es el pecado contra el Espíritu, es el pecado que no
puede ser perdonado, es el pecado de muerte. Si crees, aun con temor y
temblando, puedes tan solo tocar el manto de Jesús y ser salvo (Mar. 5:30,33-34
«Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él,
volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?... Entonces la
mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y
se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te
ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote»). En cambio,
frente a la incredulidad, como la que se registra en el capítulo siguiente, Mar.
6:5 «Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos,
poniendo sobre ellos las manos».
CONCLUSIÓN
Jehová es Justicia nuestra porque
la única justicia acepta ante Él es su propia justicia. La muerte eterna por
nuestras transgresiones a la ley, y la vida eterna por nuestra buenas obras, son
de Dios. Jehová es justicia nuestra porque de otra manera estamos perdidos.