viernes, 15 de mayo de 2020

¿POR QUÉ JEHOVÁ ES JUSTICIA NUESTRA?


RESUMEN

¿Hay hombre que haga el bien y nunca peque? No, no hay ni uno. Jehová es justicia nuestra porque Él, que es rico en misericordia, no queriendo que ninguno perezca sino que todos tengamos vida eterna, constituyó a Su Hijo unigénito en víctima sustitutoria por nuestros pecados (entonces la ley ya no nos puede matar) y a la vez lo constituyó a Él en nuestras buenas obras (entonces viviremos por ellas). El creyente no muere por sus pecados, ni tampoco vive por sus buenas obras; las infracciones a la ley las paga Jesucristo, asimismo cumple la ley por nosotros. Jehová es nuestra justicia porque nuestras justicias no sirven ante los ojos de Dios, por más valor que tengan para el prójimo: no son aceptas ante Dios las buenas obras sin Dios, como tampoco son aceptas ante Dios las buenas obras del nuevo hombre cuyas buenas obras son fruto de la fe. Tenido por justo, es decir, justificado, es quien cree: «sus» buenas obras dan testimonio ante Dios y los hombres,
 -  ante Dios las buenas obras de obediencia a la ley que Jesucristo hizo por nosotros; esto es, el hombre es justificado por la fe
-  y ante los hombres las buenas obras que hacemos para el prójimo; esto es, el hombre es justificado por sus obras.

INTRODUCCIÓN

Aceptamos que Jehová es justicia nuestra porque está conforme a Jer. 23:6, 33:16: «Jehová, justicia nuestra», 33:16, de lo cual da cuenta el vidente, diciendo: «y verán su rostro, y su nombre estará en sus frente» Apoc. 22:4. Esto es nuestra salvación completa e incluye todo para alcanzar vida eterna y Él mismo es quien tiene a su cargo cada uno de nuestros casos en el juicio de los cielos, acerca de lo cual dice: «Hijitos míos, estas cosas os escrito para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo» 1° Juan 2:1. Esta es la enseñanza bíblica acerca de la aplicación práctica, de la consecuencia, de la respuesta al para qué Jehová es justicia nuestra: para que Adán, Eva, echados del huerto de Edén y sin acceso al árbol de la vida, asimismo sus hijos, tengan vida. Es el único camino a la vida eterna y no hay otro camino que el mismo Camino a quien Pablo perseguía antes de su conversión «Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres» Hech. 22:4. Ahora comentaremos acerca de la enseñanza bíblica de por qué Jehová es justicia nuestra, es decir, cuál es su causa u origen.

por qué [causa] JEHOVÁ ES JUSTICIA NUESTRA para qué [consecuencia]

EN EL JUICIO

Justicia implica juicio. En este juicio celestial, de lo que trata de dilucidar el Juez justo es la situación eterna de cada ser humano con base en su justicia que es eterna y su ley que es la verdad (Sal. 119:142): (a) si hizo bien, debe vivir, según Rom. 10:5, y (b) si hizo mal, debe morir; hay, además, en este juicio una tercera situación por definir: (c) cuál es destino de quienes no hicieron ni mal ni bien. Este último caso no es posible en la realidad porque no hay un punto cero, neutral, en el medio entre lo bueno y lo malo; de esta manera, quien no es malo no es automáticamente bueno sino que para ser bueno tiene que hacer obras buenas, como es ilustrado de diversas manera en la Biblia:

-  Mat. 12:30: «El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama»
- Mat. 13:22: «El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa»
-  Mat. 15:8: «Es pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mi»
-  Apoc. 3:16: «Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca»

La ley consta de mandamientos escritos en forma afirmativa (harás) y en forma negativa (no harás). En concordancia con lo cual, la Biblia define al pecado de esas dos formas. La contravención de la ley, es decir, hacer lo contrario a lo ordenado, es pecado (en 1° Juan 3:4 dice «Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley»); y también es pecado no hacer lo ordenado (en Sant. 4:17 dice «y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado»). Entonces, ¿cómo haremos para cubrir ambos aspectos de la ley? No hay forma de evadir la ley: por el pecado cometido, la persona debe morir, y para vivir deberá vivir sin pecado.

LA ELECCIÓN

Desde la creación los seres humanos hemos elegido hacer lo que Dios no quiere y no hacer lo que quiere; esta elección humana es el ejercicio de la libertad. Dios no nos fuerza a nada, ni aun a hacer el bien para nuestras propias personas. Él está a la puerta y llama pero no entra sin permiso. De igual manera, Dios en uso de su libertad nos eligió. «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé» Juan 15:16. No hemos elegido que sea nuestra justicia sino que él eligió ser justicia nuestra. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» 1° Juan 4:19

EL PECADO DE MUERTE

Hay pecado no de muerte, según 1° Juan 5:16; entonces, si la paga del pecado es muerte, según Rom. 6:23, ¿cómo se paga con muerte por el pecado que no es de muerte? En la Biblia no hay excepciones ni contradicciones sino incomprensiones. Ambos versículos dicen la verdad. Ahora aquí comentaremos acerca del pecado contra el Espíritu Santo del cual Jesús habló en Mat. 12:31 («Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada») y leeremos ese pasaje con otros que aparentemente dicen lo contrario, tales como «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mi viene, no le echo fuera» Juan 6:37; «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo» Juan  14:13. Otra vez: toda la Escritura es inspirada por Dios.

El joven rico cumplía toda la ley desde su juventud, mandamiento tras mandamiento, podemos decir que era irreprensible a los ojos de los hombres. Pero aun esa calidad de persona es inútil a los ojos de Dios. Lo único que nos perdona es Jesús y lo único que nos da vida es Jesús. Todo pecado y blasfemia pudo ser perdonado al joven rico, pero lejos de Jesús ni su más fiel cumplimiento sirve a los ojos de Dios. Lo único que no cumplió fue esto: «Ven y sígueme». Para ser salvos tenemos que entender que no podemos ser salvos. La ley cual ayo llevó al joven rico hasta la persona de Jesús y habló con Él, pero el joven no quiso Su justicia que es Su muerte por sus pecados y Su vida por sus buenas obras. Cuando el joven le preguntó a Jesús «qué más me falta» ¿acaso no le quiso decir que tenía todo para ser salvo? Jesús le dijo que sin Él, ese todo es nada. Jehová es justicia nuestra porque nada tenemos y nada podemos tener, nada somos y nada podemos llegar a ser. Una y otra vez, de una y otra manera la Biblia dice: «Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso» Rom. 3:4. Así como estamos, así como somos, aun mentirosos si vamos a Jesús Él no nos echará fuera como al joven rico no lo echó fuera. Si el joven creía a Jesús pero no le creía, pudo decir como aquel hombre le respondió: «Creo, ayuda mi incredulidad» Mar. 9:24. Lo peor que puede hacer el ser humano es no creer o dejar de creer, ese es el pecado voluntario, entonces no queda más sacrificio por los pecados (Heb. 10:36). No creer es el pecado contra el Espíritu, es el pecado que no puede ser perdonado, es el pecado de muerte. Si crees, aun con temor y temblando, puedes tan solo tocar el manto de Jesús y ser salvo (Mar. 5:30,33-34 «Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?... Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote»). En cambio, frente a la incredulidad, como la que se registra en el capítulo siguiente, Mar. 6:5 «Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos».

CONCLUSIÓN

Jehová es Justicia nuestra porque la única justicia acepta ante Él es su propia justicia. La muerte eterna por nuestras transgresiones a la ley, y la vida eterna por nuestra buenas obras, son de Dios. Jehová es justicia nuestra porque de otra manera estamos perdidos.